LA FERIA DE CANTAUTORES

El viernes escuchaba muy atenta el canto de un ángel cuando una interrupción me entregó un par de boletas. Eran dos pases colorCantautores blanco y negro, el “portador” con genuina cordialidad insistía en que no faltara a ese evento que se celebraría el próximo jueves en el Teatro Nacional. Agradecí con mucha prisa la invitación porque el deleite de la voz del ángel no admitía distraerme o perder un segundo más de sus melodías. Solo grabé en mi mente el nombre del concierto: CANTAUTORES.

Pasó toda la semana y no hacía más que recordar constantemente a aquella mágica voz que me cautivó ese viernes, en el Café Bohemio de la XVII Feria Internacional del Libro, con deseos de repetir la magia de esa noche.

Se acercaba el jueves y por la amabilidad de la invitación me sentía comprometida a asistir a un evento del que no tenía ni la más mínima idea de qué se trataba.

Llegué a la sala del Teatro y me comenzó a animar el alto número de figuras conocidas del arte que se encontraban entre el público asistente. Empezaba a sospechar que lo que venía era bueno. Un retraso de 30 minutos aumentaba mi intriga. Hasta que se abrió el telón y dejó al descubierto un escenario minimalista que sólo contaba con una fila de siete butacas, siete guitarras y siete estrellas. Todo para tres rondas de canciones que mantenían un mismo orden.

El talento pícaro y contagioso de dos trovadores cubanos inició este recorrido de arte, parido por tres países: Cuba, Panamá y República Dominicana. Said Carbonell entre trova y balada cantó a la Mala lluvia, Mala hierba y Mala suerte” e improvisó varios coros que encantaron al auditorio. Mientras, Julio Fowler llegó “Ligero de Equipaje” y entre versos y coloquios hechizó al auditorio con líneas como: “hoy me salgo de mi piel, no me voy a detener, no lo impedirá el ocaso. Deja que el destino de este viaje sea caernos a besos. Estréchame en tus brazos corazón, porque mañana volveré a amanecer”.

Y cuando estábamos ya “estrechados” en los brazos de Said, el toque de una “Mesita de Noche” nos sacudió la gracia caribeña y junto a Víctor Víctor entonamos varias canciones más como “Discúlpeme Señorita”.

Cuando la entonación de unas notas marcaron la cuarta parada, escuché a un vecino preguntar: ¿y quién es ella? Volteé y le respondí: “es un ángel panameño”. Segundos después, el auditorio enmudeció al escuchar a una dulce voz preguntar: ¿qué vemos cuando no vemos? ¿de qué color es esta voz? ¿de qué color pinto el deseo de abrir las manos y tocar el cielo? Y lentamente se fueron confundiendo las palabras con una melodía que nos llevó a mundo mágico. La ovación fue unánime, todo el público se puso de pie. Era ella, la voz de ángel. Era Patricia Vlieg. El destino me regaló otra oportunidad de disfrutar nueva vez de su maravillosa interpretación.  (Breves segundos de la participación de Patricia Vlieg: «Lo esencial es invisible a los ojos»)

Ovación de pie a Patricia Vlieg

Ovación de pie a Patricia Vlieg

De vuelta, la trova cubana con una espectacular voz: Carlos Valera, quien hizo honor a sus raíces con “Habáname” y otras canciones que fueron coreadas por los asistentes.

Y conjugando guitarra y voz, Covy Quintana, una joven cantautora dominicana que conquistó al público con sus composiciones, una de ellas “Ojalá” y otra “Quisqueya”, canción que emocionó al auditorio.

Con “Viene Gente” hasta “Te Di” cantó y cerró el artista anfitrión de este concierto. Quien poco tuvo que cantar porque el público se adueñó de sus canciones y las cantó de principio a fin, causando sonrisas y admiración de los artistas invitados. Un cantautor cuyo talento ha trascendido mucho más de lo nacional y quien goza de la admiración y cariño de su pueblo. Además, quien me obsequió aquellas boletas: Pavel Núñez. La séptima de las estrellas de la noche, no porque se tratara de grande a pequeño (como él mismo expresó) sino porque como bien dijo Pitágoras, el ¡siete es el número perfecto!

3 comentarios

  • Para mí ha sido un regalo el cariño de la gente y el espacio de encuentro y apertura para la escucha. Gracias por devolvernos esos momentos contados de la manera en que los viviste. Un abrazo desde Panamá,

    • Súper honrada con tu comentario y tu visita a mi blog. Para m í ha sido una maravilla haber conocido tu música y tu talento. Insisto, ya soy fan número uno tuya y seguiré tu carrera siempre. Gracias a ti y a Panamá por el regalo tan hermoso de tu voz, tu dulzura y tu talento. Espero que tengamos la fortuna de tu visita con más frecuencia en Santo Domingo. Creo qe en palabras no he podido plasmar todo lo que viví y sentí al escucharte. Muchos éxitos y ¡un gran abrazo!

  • Pingback: El día que conocí en persona a Patricia Vlieg | Jackie Viteri

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