Jackie Viteri

 

 

Con risas, besos, abrazos, halagos y lágrimas de emoción recibimos la llegada del 35 aniversario de habernos graduado de bachilleres del Colegio Santo Domingo, en República Dominicana. Cerca de 100 amigas y compañeras de estudios nos reunimos para celebrar y estrechar lazos de amistad.

Iniciamos la tarde con una celebración eucarística en la Parroquia Universitaria “Santa María de la Anunciación” ubicada en el mismo Colegio. Allí fue difícil mantener el silencio que la solemnidad del lugar y la celebración ameritaban. La llegada de cada una de las compañeras era motivo suficiente para lanzarse a abrazarla. No era para menos, una espera de 35 años no se puede disimular.

Aún recuerdo el impacto que sentí al abrirse la puerta de la capilla y verme rodeada de las chicas con quienes frecuentaba esa Parroquia por siete años durante mi juventud. Justamente, la última vez que nos reunimos todas fue ahí, cuando asistimos a nuestra graduación.

Demasiados recuerdos y emociones para lograr el silencio y la concentración. A Dios las gracias que salimos bendecidas por un reverendo que entendió la dificultad de estar tranquilas ante tantas “tentaciones”. En ese primer encuentro del día estuvimos acompañadas de otro grupo de graduandas, las DINOS, quienes celebraban su 40 aniversario. Todas disfrutamos de una agenda cargada de detalles de nuestra época de estudiantes, momentos de los que también fueron testigos varias de nuestras queridas profesoras que nos honraron con su presencia.

El momento más emotivo de la misa fue la interpretación angelical de Triana Vicente del himno eucarístico Panis Angelicus (Pan de los Angeles) cuyo texto corresponde a uno de los cinco himnos escritos por Santo Tomás de Aquino para la fiesta del Corpus Christi y la música es del compositor franco-belga César Franck.

“… por tus caminos guíanos por donde anhelamos, a la luz en la que moras…” Bastaba con ver las caras del público que escuchaba esas notas, para apreciar la sorpresa y sublimidad del momento. Las expresiones delataban que lo eterno existe y que a todos nos atrae ese vuelo sublime. Así nos puso a volar nuestra querida Triana quien llegó desde Tampa, donde reside, con ese espléndido regalo para todas nosotras.

Para el cierre, tuve el honor de dirigir unas palabras de gracias a mis compañeras, la cuales reproduzco a continuación:

“Reverendo Padre, queridas profesoras,queridas amigas y compañeras:

Nos reunimos hoy para celebrar parte importante de nuestra historia, parte de nuestros orígenes. A mí me toca dar las gracias en representación de las SENIOR’S y sí, hay muchos motivos para dar las gracias.

Primero dar a gracias a Dios porque por él existimos y nos encontramos aquí hoy. Segundo porque por nuestros padres pertenecimos a esta casa, porque ellos entendieron que aquí recibiríamos la mejor formación académica. A nuestros profesores y profesoras, porque sobre todo quienes hoy nos dedicamos a la docencia sabemos lo compleja que es su labor, lo difícil que es educar y la importancia de formar mejores ciudadanos. Por último, agradecer a nuestras compañeras, las SENIORS, porque han respondido a esta convocatoria y con su presencia han demostrado que nuestro grupo es realmente una hermandad. Las gracias también, a aquellas que hoy no han podido estar porque la distancia lo ha impedido pero sabemos que han querido estar. 

También recordamos a nuestras compañeras que ya se han ido al cielo, como a nuestra querida Farah Larancuent, estudiante excepcional que llenaba todos los espacios de alegría y chistes y a nuestra adorada Angie Albert, estudiante sobresaliente de quien mi último recuerdo es en este preciso lugar con su cuello y pecho llenos de medallas y reconocimientos en el día de nuestra graduación.

 Así, en este espacio también recuerdo aquella misa que se ofreció para nuestra despedida del Colegio, cuando contrario a la alegría y sonrisas que imaginábamos, sólo derramábamos lágrimas de nostalgia por abandonar este lugar de tantos lindos recuerdos para encaminarnos hacia una vida adulta. Estas lágrimas se conjugaron con otros lágrimas que derramamos cuando entendíamos que llevábamos una carga académica muy pesada y porque se nos exigía demasiado académicamente. Pero hoy sabemos que esas lágrimas harían germinar esas semillas que hicieron nacer y crecer en nosotras valores y virtudes que unidas a las artes y a las ciencias que aprendimos aquí, nos han convertido en lo que somos hoy: seres humanos de bien, profesionales ejemplares, patriotas, dominicanas comprometidas, y mujeres que cuidan de sus familias, madres y algunas ya abuelas. Es decir, que es ESTE LUGAR, parte de nuestra historia, en donde tenemos mucho que agradecer.

 Entonces, yo, a nombre de mi grupo agradezco al COLEGIO SANTO DOMINGO por haber aportado tanto a cada una de nosotras y a cada una de nuestras familias y sobre todo, por habernos enseñado a ser ARQUITECTAS DE NUESTRAS VIDAS.

Muchas gracias.”

En estas palabras expresé sólo un poco de lo mucho que siento por mi Colegio Santo Domingo. Quiero agregar a las palabras que pronuncié que además de aportar una buena base para mi desarrollo profesional, me permitió conocer seres humanos o compañeras que desde entonces se convirtieron en piezas claves en mi vida, pasando de amigas a ser unas verdaderas hermanas.

¿La noche? Culminó en fiesta y alegría. Un espléndido montaje nos esperó en Taboo Bamboo exquisitamente orquestado por nuestra querida Gina Thomen, a quien quiero dedicar unas palabras de agradecimiento y admiración por la fantástica y encomiable labor de mantenernos unidas e informadas de cada acontecimiento. Gina, contra cielo y marea sigue siempre insistiendo en reunirnos e ir sumando compañeras que han quedado en el olvido por haberse mudado a otros países. ¡Gracias Gina por tu tiempo, tu dedicación, por tanto y por TODO! Además, las gracias a todas las chicas que conformaron su equipo de apoyo o comité organizador: Genoveva Pedelmonte, Mildred Romero, Lisette Cruz, Olga Ramírez, Lorena Matías, Maribel Machado, Patricia Batista, Pilar Sebelén, Laura Díaz, Mercedes Fanduiz y Miguelina Rivera.

 

Todo estuvo perfecto: el lugar, la música, la comida, las sonrisas, los detalles, los bailes, la confraternidad… parecía que disfrutábamos de las siete maravillas en una sola noche….. Fue un día mágico y muy especial. Desde ya cuento los días para el próximo encuentro, ruego a Dios no tener que ¡esperar 35 años más! Y si no, ¡Triana por favor! Comienza a interpretar otro himno de Santo Tomás de Aquino a ver si ¡se nos da esto pronto!

Las quiero SENIOR’S 83