Yo también tengo un sueño

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Hoy que se celebra el día de Martin Luther King, luchador incansable contra la discriminación racial, recordamos su eterna frase: “Yo tengo un sueño”. Así llamó su famoso discurso del 1963 cuando ante una multitud que lo escuchaba en Washington dijo que seguiría soñando y luchando hasta lograr una coexistencia armoniosa con igualdad racial. Hoy, cuando cumpliría 89 años no estoy segura de que hoy estaría satisfecho. Algo se ha logrado, pero no creo que todo lo que él anhelaba.

En cambio, para los que somos soñadores sus palabras nos han servido de inspiración para soñar en cambios, para saber que está bien soñar y para soñar hasta que los sueños se cumplan. Y sí, yo también tengo un sueño: sueño por un país con ciudadanos educados, con ciudadanos corteses y con ciudadanos tolerantes.

Este es mi gran sueño:

  • Sueño con tener sólo vecinos corteses, que saluden, que sonrían.
  • Sueño con vecinos considerados, que a altas horas de la noche o los domingos no interrumpan mi sueño porque arrastren los muebles o se les ocurra martillar las paredes.
  • Sueño que las calles de mi ciudad estén llenas de conductores amables, que cedan el paso.
  • Sueño con coincidir en esas calles con conductores tolerantes, que cuando alguien cometa una simple falta no lo crucifiquen o les digan toda clase de insultos.
  • Sueño con ver conductores que cuando les ceden el paso den las gracias.
  • Sueño con llenar las calles de conductores que cuando cedan el paso no lo hagan de mala gana sino con elegancia y auténtico deseo de cooperar.
  • Sueño con compartir un país con ciudadanos que entiendan que las conversaciones en sus celulares son privadas, que no deben andar en filas ni en sitios públicos obligándonos a escuchar sus conversaciones.
  • Sueño con disfrutar de interesantes conversaciones en las mesas con gente que despegue los ojos de su celular.
  • Sueño con dejar de ver celulares encima de las mesas de comer.
  • Sueño con ciudadanos que respeten los parqueos de embarazadas y discapacitados.
  • Sueño con escuchar las palabras “gracias” y “por favor” muchas veces al día.
  • Sueño con que todo el que reciba un regalo o sea objeto de una cortesía, se preocupe por dar las gracias.
  • Sueño porque retomemos los abrazos o llamadas telefónicas cuando vamos a felicitar a un ser querido por su cumpleaños.

En fin, sueño con un mundo en abundancia de valores, de cortesía, de buenos modales, de buena educación. Por lo pronto, no lo dejo en sueño, cada día pongo mi granito de arena y lucho por hacerlo realidad. Así lo pueden ver en mis redes y en las de la Escuela de Etiqueta Jacqueline Viteri (Facebook, Instagram y Twitter).

Me atrevo a decir que el precio tan caro que tuvo que pagar Martin Luther King con su propia vida, en plena juventud, ha inmortalizado su discurso pues “tengo un sueño, un sólo sueño, seguir soñando” seguirá siendo la inspiración para muchas generaciones. Dicen que soñar no cuesta nada, pero King sí tuvo que pagar un alto precio por su sueño.

 

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