DULCE «CAN» DE JENGIBRE Y CHOCOLATE

Para los que me leen por Facebook saben que acabo de regresar de un viaje maravilloso a Miami, donde asistí al evento Hispanicize 2014. Les compartí fotos y anécdotas ¡pero no todas! Hoy por fin comienzo, ya de manera formal y más detallada, a narrar todas mis experiencias en ese maravilloso encuentro de blogueros hispanos.

Ginger, COCKER SPANIEL

Ginger como siempre acostada

Antes de entrar en “materia” quiero contarles sobre mi nueva amiga, Ginger, la mascota de la casa donde me hospedé. Parece que la historia de los canes me persigue, ¿recuerdan a Paco?  Pues ahora se trata de una preciosa Cocker Spaniel cuya avanzada edad (13 años) y delicado estado de salud inspiran ofrecerle un trato especial y mucho cariño.

Ginger duerme casi todo el día, mientras está despierta es de muy lento andar y por lo general lo hace cuando persigue a su dueña para pedir comida o cuando quiere ir al baño, usualmente de madrugada. Para esto último, hay que bajarla desde el piso 17 a recorrer una vía principal del Downtown de Miami. Este paseo le fascina.

La vi pocas veces, lo confieso. Apenas unos minutos mientras me preparaba para asistir a las distintas sesiones de Hispanicize. No obstante, me apenaba ver cómo pasa el día tan sola y aparentemente triste. En ocasiones me le acercaba para comprobar si estaba respirando, pues rara vez abría los ojos. Ginger parecía una santa; es más, si fuera un ser humano, la compararía con ¡la Madre Teresa de Calcuta!

Hasta aquella tarde en que encontré regados por toda la inmaculada alfombra blanca de la sala, papelitos encerados (capacillos) embarrados de dulce, trozos de madera, restos de envoltura plástica y una larga cinta tricolor. ¡Rayos, esto me lucía familiar! Entonces corrí a mi maleta, cuyo zipper no había cerrado. Todo estaba en orden y meticulosamente doblado, pero faltaba la canasta de dulces frescos criollos que llevé para obsequiar a una amiga.

Inmediatamente fui a ver a Ginger y como de costumbre estaba en su “camita” durmiendo, parecía que no mataba “ni una mosca”. Su actitud tan pasiva y angelical me hacía dudar pero la inculpaba ser la única habitante diurna de ese paradisíaco apartamento.

Al llegar la “mamá” de Ginger (mi amiga Clrudy) le comenté lo ocurrido con temor a que esa “hartura” fuera a agravar la delicada salud de Ginger y la respuesta fue una carcajada y las siguientes palabras: “Ups, olvidé decirte que a Ginger le encanta escudriñar todo lo que está en bolsas y es ¡comedora impulsiva de dulces!”. Lo que quizás, Clrudy no conocía era el ingenio y delicadeza de Ginger para desempacarDulces Ginger pues sacó el paquete del fondo de mi maleta, la canasta de una bolsa plástica, desató la cinta tricolor que adornaba la canasta, deshizo el plástico sellado al vacío, rompió la canasta y por último se comió cada dulce, creo que de un bocado porque no dejó rastros.

Dulce de leche con piña, de coco rallado, de naranja rellena de dulce de leche, jalao, de arroz, de cajuil, de guayaba, ¡todos se los comió! Segurísimo que le encantaron los dulces criollos de Mi Vieja, pues se comió casi todos los capacillos, ¡apenas dejó dos! Ingirió una dosis de azúcar criolla tan abundante que, a este can de “sangre dulce” he pensado solicitarle en el Consulado Dominicano, de Miami, la ciudadanía dominicana ¡Se la merece!

Como merecida estuvo la reacción 24 horas más tarde. La “bomba dulce” estalló a las tres de la madrugada obligando Ginger, a su dueña, a llevarla a su acostumbrado paseo miamense aún con el cielo a oscuras. Esto se repitió una, dos, tres, ¡cuatro veces durante todo el día! Y Ginger bajaba feliz, como si supiera que todo era fruto de una travesura.

Desde entonces, Ginger se paseaba de vez en cuando por mi habitación olfateando mi equipaje. Ya para entonces, me percataba de cerrar bien todo lo que pudiera resultar de su interés.

mama latinas cupA mi llegada a Santo Domingo, me apresuré a desenvolver la preciosa taza que me regalara Mamás Latinas y entre tanto papel celofán de colores… ¡no encontré ni uno de los chocolates que llenaban todo el tazón! No quiero ni imaginarme de nuevo la ruta de Ginger y Clrudy en el Downtown de Miami.

Y yo que la creía una santa… “del agua mansa líbrame Dios, que de la brava me libro yo”.

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