wow, wao, guau o como se escriba, pero ¡que no desaparezca!
La capacidad de asombro está en extinción. Confieso que he llegado al punto de sorprenderme hasta por la falta de asombro. Suena a trabalenguas, ¿cierto? por eso escribo esto.
Un tanto incrédula lo venía observando, pensaba que eran cosas mías fruto de un exagerado interés de querer escuchar las expresiones de los demás. Hasta que le puse mayor atención en mi entorno y fuera de él.
Y no me refiero al factor guau que el mercadeo espera escuchar de sus clientes. Me refiero a otro mucho más sencillo, uno que sale barato. Ese, que a veces se expresa con tanta fuerza que sientes que te arranca el pecho. Como el que aprendí en mi casa, con mi mamá.
En esa casa de cuatro hermanos era común asombrarse. Hijos de una madre que compartía todo lo que la emocionaba, cuando éramos chiquitos nos hacía correr hasta ella para escuchar al unísono ese guau, de grandes nos iba llamando por teléfono a cada uno. Nos compartía todo tipo de sucesos, desde una emotiva historia presentada en la televisión, hasta narrarnos los cuentos de sus clientes más pintorescos. Y ni hablar cuando llegaba algo nuevo a la casa, los guaus se escuchaban a coro.
Aún me asombro con igual intensidad, no quiero permitir que se me entumezca la capacidad de expresar lo que siento y de emocionarme.
Creo que el efecto de la inmediatez es en parte culpable de restarle importancia a las emociones, no nos permite saborear el momento. Conocemos una noticia y en un segundo la googleamos e investigamos 20 cosas más. Ya nada nos sorprende, todo está a la distancia de una tecla.
Hace falta escuchar el guau cuando se entrega un regalo, cuando se sorprende a un amigo en persona o por teléfono, ante la ocurrencia de los niños, al admirar la naturaleza, cuando apreciamos la labor de un compañero de trabajo, al solidarizarnos ante una tragedia, al admirar la ternura de una pareja de ancianos tomados de la mano, al recibir una buena noticia.
Urge rescatar esa capacidad de asombro que nos hace humildes. Humildad que no poseen esos que llamo los saqueadores del guau, aquellos que TODO lo saben y a quienes siempre les llegan las noticias de primera mano. Imposible escucharles un “guau”, solo te dirán “ya lo sabía”. A esos, les quiero preguntar ¿qué les cuesta permitir un segundo de estrellato a otro? ¿qué les cuesta escuchar y callar?
Siento que en ocasiones un guau transmite matices de sensibilidad que pueden hacer feliz a otro o al menos mostrar empatía por él.
Aunque lo tengas todo, aunque hayas visto todo, siempre hay espacio para el asombro, para sentir, para emocionarse, para suspirar y para saborear un….. ¡guauuuu!
Necesito escucharlo, quiero pensar que me seguiré asombrando toda la vida.
Guau Titi Jackie, mejor no lo pudiste decir. Por suerte que aún quedamos, quizá los menos, quienes nos sorprendemos de lo más mínimo y lo manifestamos con gran algarabía o empatía. Ojalá y nuestros descendientes sigan maravillándose hasta con lo más simple de lo hermoso de la vida.
Muchas gracias titi Melba. Eso espero yo también 🙏🏻❤️
Me ha encantado tu artículo. El pasado día de navidad escuche a mi nieto de 3 años decir «guau…» al abrir uno de sus regalos de Paw Patrol con el que él soñaba. Así que recuerdo sentir esa bella sensación que tú mencionas. Me identifico plenamente contigo!!!
Muchas gracias Gri. Sí, qué rico se siente escuchar ese ¡guau! Gracias por el continuo apoyo.
Querida Jackie:
Excelente,tu articulo.
Dá pena que ya no se sienten esas emociones,voy a insistir con mis nietos esta expresión de sentimiento.Mi nieto menor el regalo de reyes me dijo:»No,no,no puede ser»,de un puh enorme que le llevé…me sentí tan bien,pues fué una expresión de alegria,de sorpresa..tus articulos siempre nos dan una enseñanza.
Muchas gracias Francia. ¡Sigamos dejándonos sorprender! Gracias por compartir. Un abrazo