El Hotel El Embajador: Historia, Magia y Piña Colada
Si en República Dominicana buscas un hotel que reúna elegancia, estilo, lujo e historia, sin duda alguna te recomiendo el Hotel El Embajador. Si buscas un hotel clásico que forme parte especial de tu historia, también te recomiendo El Embajador.
La historia del lugar es extensa, data del 1956. Fue construido para ser el primer hotel de lujo y la estructura más moderna del país, por encargo de Rafael Leonidas Trujillo para la celebración del 25 aniversario de su dictadura. Para ese entonces, El Embajador formó parte de las obras construidas en el marco de la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre, exposición que albergó presentaciones de varios países durante un año. Durante este tiempo, dentro de los hoteles que alojaron a todos los visitantes que asistieron a las festividades, El Embajador fue el centro de grandes celebraciones oficiales y hospedó a las más connotadas celebridades internacionales.
Con un diseño clásico del estadounidense Roy France, el edificio contó con facilidades ajustadas a los requerimientos del momento, entre ellas: canchas de tennis, casino, tiendas, club nocturno, concha acústica junto a la piscina, que serviría como teatro y escenario de grandes fiestas. Además contaba con campos de golf y de polo, terrenos que los militares norteamericanos establecieron como zona de aterrizaje para sus helicópteros durante la ocupación estadounidense del año 1965.

Galería que exhibe imágenes de la historia del Hotel El Embajador.
Aunque no he podido confirmar el origen del nombre de este hotel, asumo que lo heredó de la primera empresa que lo administró: La Ambassador International. Nombre que además, va muy acorde con el lugar que ha ocupado desde sus inicios pues ha sido el embajador o anfitrión de personalidades destacadas en la diplomacia, en la política, en el cine, en la moda, en la música y en el jet set en general.
El Hotel El Embajador no sólo forma parte de la historia del país, sino también ha sido testigo de la historia de muchas familias dominicanas. Para algunos representa un vínculo emocional, en ocasiones difícil de expresar. Yo no soy la excepción. Así lo analicé cuando en interés de apartarnos, mi esposo y yo, del alboroto citadino nos hospedamos en este recién remodelado hotel, cuya majestuosidad sigue intacta y por fortuna la elegancia y amplitud de su lobby también. Ahí me senté, sábado y domingo a observar y a recordar.
En ese flashback recordé mi primera entrada a esta leyenda de hotel, en el año 1974. Lo hice agarrada de la mano de mi madre por temor a perderme en su inmenso jardín, que además estaba colmado de gente que asistía a los audiciones de extras para la película El Padrino II.
Recuerdo ese día como hoy, me asusté tanto con el aparataje que rodeaba a los entrevistadores, que al audicionar a todo respondía con un ¡no! En ese momento, yo no sabía cantar, bailar, nadar, hablar… ¡no sabía nada! Mami no salió muy contenta conmigo de esa audición. Realmente, años después fue que entendí la importancia de la película “El Padrino”.
Luego, a principios de los años 80’s El Embajador pasó a ser mi segunda casa. Todos los días con uniforme puesto y mochila en mano asistía invitada por Wanda Nieves, mi amiga inseparable, a hacer las tareas del colegio juntas pues su madre doña Miledys Sánchez, era la gerente de Alimentación y Bebidas del hotel. Pero no todo era estudiar. En esa época en el hotel se grababa la primera novela dominicana, llamada “María José”, coproducida por Venevisión (Venezuela) y Color Visión, con la participación de primeros actores venezolanos (Chelo Rodríguez, Daniel Lugo, Mary Soliani, entre otros) y dominicanos como Nurín Sanlley, Ana Hilda García y muchos más, por lo que Wanda y yo éramos público fijo y sus mayores fans.
Fue para ese entonces cuando conocí la pasión y compromiso de todos por ofrecer la excelencia en el servicio y nació mi idilio con la comida y la Piña Colada del Hotel El Embajador (en aquel entonces para mí sin alcohol).
Años más tarde, sonaban las campanas de mi primer enlace matrimonial. Por unanimidad familiar El Embajador fue el único candidato. Mi mayor deseo era celebrar debajo del árbol centenario que tantas veces me prestó su sombra para estudiar. Convencer a los gerentes no fue fácil, hasta ese momento era inconcebible una celebración en los esplendorosos jardines del Hotel. Por fortuna, Carlos Torres, gerente de Alimentos y Bebidas para ese entonces, se convirtió en el mayor cómplice de todos mis deseos.
Años más tarde, en mi vida profesional primero como Directora de Comunicaciones del Poder Judicial y luego como Directora de Salud TV, fueron innumerables las experiencias y los eventos celebrados en este legendario hotel.

Lanzamiento de Salud TV. Garden Tent, Hotel El Embajador. 2011.
Y como otra muestra de que El Embajador ha sido parte inseparable de la familia, fue aquí donde mi hija Claudia obtuvo una de sus primeras y más enriquecedoras oportunidades de trabajo. Para mí fue de mucho significado esa experiencia laboral.
En fin, cada detalle y evento traen gratos recuerdos a mi memoria, como aquel en que me sentí Cenicienta. Cuando asistí a una boda, en que al pisar las piedras que formaban una pasarela en el jardín, resbalé y se rompió mi zapatilla. No tuve más opción que sentarme en la silla más próxima, resignada a mantenerme sentada toda la noche. Fue entonces cuando el tío de la novia me presentó al Sr. Ventura Serra (Director General del Hotel), quien me pidió entregarle la sandalia rota. Minutos más tarde, en una mano delante de mí brillaban ¡los rhinestones de mis zapatillas! Cual princesa al llegar su carruaje, la felicidad comenzaba en ese momento…
Y así como para no querer despertar, este lugar emblemático, majestuoso y para mí mágico, siempre estará presente en cada etapa de mi vida. Como en esta en la que junto a mi esposo, quien no fuera protagonista del enlace debajo del árbol centenario, protagoniza los momentos que disfruto de un espacio que me inspira y ofrece la paz que requiero para crear y escribir.
Esto no termina aún, pues para noviembre de este año formaré parte de un evento en el que El Embajador será el anfitrión. Un Congreso cuyo tema principal hace honor al lugar que lo alojará: el Protocolo. Bien conocemos este principio: “los iguales se atraen”.
¡Todo indica que seguiré viviendo momentos mágicos y disfrutando de las mejores Piñas Coladas de la ciudad!

¡Salud!
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