¿Quién paga la cuenta?
Te invitaron, almorzaron, llegó la cuenta y pagaste tú. ¿Te suena familiar? Si es así, caíste en la trampa como yo.
Aturdida estoy y aún me pregunto, ¿por qué pagué yo la cuenta? Parecería que lo tenemos claro, pero para algunos aún está oscuro el tema sobre quién paga la cuenta, pero muy oscuro.
Me invitaron a una reunión de negocios, en un restaurante, a la hora de almuerzo. Se trataba de dos profesionales interesados en presentarme una propuesta de sus servicios. Una dama y un caballero. La hora de la cita era un tanto incómoda para mí, pero accedí ante la insistencia de estos amigos. Salí directo de la oficina al encuentro. Inmediatamente llegué, comencé a escuchar. Luego de 20 minutos, la ansiedad por comer me distraía y decidí pedir un té frío, pregunté a “mis compañeros” si iban a tomar algo y optaron también por un té cada uno. Hasta este momento pensé que esperaban a que la “invitada” tomara la delantera con el brindis.
Muy simpáticos continuaron su retahíla de palabras bonitas, como todo emprendedor vanguardista: “call to action, estrategias, posicionamiento de la empresa, contenidos analíticos, bla, bla, bla…”. Mientras, la adrenalina me alteraba los nervios y mis manos no podían soltar el mantel. Con la vista paneaba el lugar en busca de un vaso con unas onzas de sentido común para dar la señal de algunas normas básicas de protocolo.
Al cabo de hora y media, cuando se entendía que la presentación formal había concluido, el caballero pidió disculpas porque debía marcharse y comentó que su compañera podía encargarse del ciclo de “preguntas y respuestas”. Ya a esta hora, las 3:30 de la tarde, toda esperanza de “honrar” mi hora de almuerzo la había perdido. La tormenta de pensamientos me aturdía como una especie de ruido que no me permitía concentrar. La otra persona no paraba de hablarme, pero mi asombro era mayor que cualquier entendimiento. Para volver en sí, necesitaba algo dulce, pedí un cappuccino, ella me secundó.
Al revivir con la ingesta de esa bebida, me quería marchar pero la prudencia y la educación me obligaban a esperar hasta el final. De veras no sé cómo a esas alturas yo cuidaba la prudencia y ¡mucho más la educación!
El final no llegaba y la “sobremesa” se extendía: pasaron 10, 20, 30 minutos y la “anfitriona” no pedía la cuenta. No valieron mis indirectas.
40 minutos más tarde la pedí yo. Ella nunca se interesó en ver la factura y mucho menos conocer el monto. Nos despedimos.
Yo que vivo en un constante apego a las normas básicas de protocolo no entendía cómo esto me había ocurrido a mí. Aún me pregunto:
¿Cómo un caballero, además de empresario, se marcha sin antes pagar la cuenta aunque sea la de su propio té?
¿Cómo no coordinó –tras bastidores- el pago de la cuenta con su socia?
¿Por qué la invitación a un restaurante si no se pensaba en un brindis?
¿Cómo vienen a hablar de imagen empresarial cuando no cuidan la suya?
En fin, no hubo un gesto, una explicación, una disculpa, nada. Estábamos en una situación “normal” (para ellos) donde el invitado es quien paga. Lo califico como un momento de escaso profesionalismo, amén de que el contenido de su propuesta sí fue muy completa y profesional.
En mis charlas dirigidas a ejecutivos sobre la Excelencia en el Servicio al Cliente siempre insisto en que nuestra marca profesional la debemos cuidar tanto como la de la empresa. Se es profesional 24/7. Inclusive existen cargos que requieren unos patrones de conducta que se deben mantener a toda hora, dentro y fuera de la empresa, e inclusive en el entorno social. Un juez, sigue siendo juez luego de colgar la toga, un ejecutivo sigue representando su empresa aún fuera de su jornada laboral.
Todo gesto de ese profesional es parte de un “combo” que habla por sí solo: sobre su manejo de situaciones, trato con la gente, de su proyección, de su representación de la compañía. En fin, ese representante transmite la filosofía de su empresa.
Es bien sabido el caso, en reuniones familiares o entre amigos, de personas que salen “huyendo” de primeras para evitar pagar la cuenta, excusándose con inventos. Otras, ignoran la cuenta cual parlanchines conversadores y no aportan ni para el pago de la propina. Los conocemos, pero de esos hablaré en extenso en otra publicación y sobre los cortejos y las citas también.
En definitiva, existe una norma que no se incumple, no importa el evento: EL QUE INVITA PAGA y las reuniones de negocios no son la excepción.
Si usted invita debe encargarse de todos los trámites, desde elegir el restaurante hasta pagar la cuenta.
Otra norma: limítese a su alcance, si no puede pagar un almuerzo, convoque la reunión en su oficina. Aún ahí debe brindar al menos agua.
En resumen, el propósito del encuentro debe estar acorde o apoyar la gestión empresarial, de él depende el logro del éxito del negocio. Hasta las situaciones más adversas pueden transformarse, de forma social, si se sabe conducir. Si su objetivo es diminuto proyéctese pequeño, si lo que desea es crecer y su objetivo es grande, proyéctese así.
Pero por favor, señor emprendedor y empresario ¡NUNCA le ponga el precio de tres tés fríos y dos cappuccinos a su imagen!
Me encantaría escuchar otras experiencias en ese sentido, ¿tienes una?
Ay! Jackie, perdone por la risa cuando leia su escrito, pero no pude soportar, tengo para decirle que usted cayo en el gancho, pero usted es una persona muy inteligente, creo que no le pasara otra vez. La quiero mucho, su hermano David Cordero.
David!! Así mismo fue! A cualquiera «se le va la guagua» y a mí se me fue la guagua con todo y frenos. Tan pronto me fui, pensé en mil cosas que pude haber dicho o hecho pero sl final creo que la que mejor quedó fyi yo. Pues me despedí y concluí elegantemente. Y como todo en la vida tiene un propósito, ahora me sirve como historia en el blog!! Y así se aprende también! Un abrazo
Amiga querida, existe un adagio que dice, » toda adversidad trae su beneficio.»
Así mismo es Luis! De hecho, ya los estoy viendo. La vida es increíble, lo que hoy nos produce un mal rato, mañana entendemos el propósito y en la mayoría de los casos nos alegra haber pasado por la experiencia. Me encanta que leas mi blog! Gracias y un abrazo.
Bueno Jackie estoy pasmada porque por más completa y profesional que haya sido la propuesta presentada por esos «EMPRENDEDORES» queda en tela de juicio sus normas elementales de cortesía y protocolo.
Al igual que tú entiendo que el que invita paga, salvo que se especifique previamente por aquello de la modernidad de estos tiempos… Me parece IMPERDONABLE!!
Ah! Gracias a Dios yo no he vivido, hasta ahora, esa experiencia.
Gracias Melba por comentar. «Normas elementales de cortesía y protocolo», de eso pienso yo que se trata también. Pero de todo aprendemos y esto no es la excepción. Para la próxima, pregunto de antemano. Un abrazo
Imagino que nunca hicieron cierre de Venta en esa reunion. Pero en todo caso te distes cuenta que entonces el producto o servicio no iba ha ser tan bueno por cuanto quienes lo Administran estan empezando mal. Saludos desde el Ecuador.
Como todo pasa por algo, con esto tuve la oportunidad de pensar en muchas cosas a futuro y sobre todo conocer su «perfil». Muchas gracias Esteban por comentar, aprecio mucho tus palabras desde Ecuador, una tierra con la que me unen fuertes lazos de sangre. Saludos!
Asombra y aturde leer esta entrada. Y quizás lo que más me choca de todo es que se tratara de una reunión de negocios. Y dentro de ese panorama, que fuera una presentación de propuesta. Y dentro de ese panorama, que se tratara de «emprendedores». Caramba, hay tantas cosas que están mal en el proceder de estos protagonistas del irrespeto a las convenciones sociales y a la simple y silvestre educación de hogar, que casi puedo apostar que ese emprendimiento no progresará en manos de individuos tan poco iluminados.
Probablemente yo hubiera reaccionado igual, aunque creo que no soy tan tolerante. En cierto momento de la reunión, me habría excusado (tal como hizo el individuo) y me habría marchado. No por no querer pagar la cuenta, claro está, sino porque valoro mi tiempo, y además, porque valoro la cortesía y las buenas costumbres. Esa ansiedad que dices haber sentido a mí me habría nublado el entendimiento. Podría haberme pasado esto en el año 2004 y el caballero ser Mark Zuckerberg presentándome TheFacebook.com y ofreciéndome acciones a cambio de financiamiento y no habría apreciado el negocio.
Por otra parte, primera vez que entro y leo este blog y me parece estupendo. Aprecio mucho los temas, y la excelente redacción y cuidado a la ortografía aderezan todo. ¡Gracias por ello!
Gracias Darío por tu comentario. Sí, desde el principio todo estuvo mal. Pero bueno, de todo se aprende. Gracias por leer el blog y por amable tu comentario. ¡Espero tenerte con frecuencia! Saludos
Jacqueline, me agrada mucho la forma como llegas mediante tus escritos, expresa lo que eres en persona. Felicidades.
Muchísimas gracias Richard. Tus palabras son muy motivadoras para mí. Espero tenerte con frecuencia en el blog. Saludos!
Cada evento de la vida tiene un protocolo…..es tan simple cuando se lleva a cabo….y hasta mas económico . Eso es lo que promueve el protocolo , la economía , no el dispendio ni la sofisticación como nos han hecho creer….
Muchas gracias Sarah por tu comentario. Y tal como dices, cada paso tiene un protocolo que debemos seguir para tener una mejor convivencia.
Wow. Pensaba que yo era la única que pensaba de esa manera, Qué bueno encontrar gente que tiene sentido común y que se atreve a relatar sus experiencias de manera pública y respetuosa. Es una pena que haya tenido esa experiencia. que haya perdido la oportunidad de almorzar, y, para colmo, pagar las bebidas de todos cuando lo que mandaba era una comida formal por parte de los que extendieron la «invitación».
Muchas gracias Rocío por tu amable comentario. Luego de escribir esto me he sorprendido de a la cantidad de personas que les ha pasado situaciones similares. Esto nos enseña a ser más cautelosos con las invitaciones. Espero tenerte con frecuencia por aquí. Saludos.
Hola Jackie, muy buen relato, tengo una consulta. Una compañera de la universidad que no veo bastante tiempo me invita a almorzar, ella no quiere precisar el motivo de la reunión, pero sospecho que es por negocios o tal vez académico, en su invitación precisa que por ser la que realiza la invitación correrá con la cuenta, sin embargo, me siento un poco extraño ya que siempre soy el que paga la cuenta si me reúno con una mujer. Que me sugieres?
Hola! Clarísimo! Ella paga la cuenta y no te sientas mal por eso. Eso es lo que manda en esta ocasión. La próxima vez si invitas tú, entonces pagas tú. Gracias por escribir.
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Es increíble lo que se está viviendo hoy en día; las personas solo quieren aprovecharse de cualquier situación, son una vergüenza.