Jackie Viteri

Iba corriendo con 15 minutos de retraso al salón amarillo. Lo que había visto en el otro salón era bueno, pero esto que venía era mejor, no me podía perder ni un segundo de Gaby. Sí, de Gaby Castellanos, la talentosísima y exitosa publicista, durante su participación en Ebedominicana.

Desde lejos escuchaba su voz con acento veneñol (venezolano/español o qué se yo). Mientras me acercaba al área, divisé la máquina de café y corrí hacia ella para sentarme ya tranquila y disfrutar con un cafecito de las “ocurrencias” de Gaby.

Con un dedo me indicaron que ¡no! El café sólo se brindaba durante los coffee breaks. Bueno, decidí sentarme a sabiendas de que me tomaría unos minutos refrescarme y serenarme para disfrutar de todo lo interesante que ya estaba escuchando.

¿Sentarme? Estaba todo lleno. En el salón probablemente habían unas doscientas sillas colocadas tipo teatro y estaban TODAS ocupadas. Todos los asistentes estaban atentos a “cómo rentabilizar su Social Media” al estilo de esta fan de la Coca Cola, única en su especie.

A lo lejos divisé una inmaculada silla blanca: ¡vacía! Corrí hacia ella para no perderla. Me senté y me organicé.  Levanté la mirada y vi aquella imponente tarima, con tres gigantescas pantallas coronadas por un truss con regia iluminación, en el set unos muebles muy modernos, un pódium, micrófonos…. pero faltaba Gaby.

No obstante, seguía escuchando su voz y las risas de todo el auditorio, señal de que la estaban pasando fenomenal. Pero, ¿dónde estaba? Me paré un segundo para ubicar a Gaby. Estaba caminando entre los asistentes, pues prefería una interacción más directa con su público. Excelente idea. Seguro que tal como lo hace con su contenido, con esa forma llega más rápido al corazón que al cerebro.

Pero también dicen por ahí que “ojos que no ven, corazón que no siente” y yo no veía NADA. Hablaba de reinventarse, de motivación, de redes sociales, de generar pasión y yo batallando con un pajón. Sí amigos, ¡tremendo pajón! ¿Y a quién se le ocurre asistir con un pajón del tamaño de una pamela y no sentarse en la última fila?  Yo intentaba seguir a Gaby a la derecha, a la izquierda, al centro y no había un chance. La joven sentada delante de mí, además de contar con un mayúsculo peinado o despeinado, no paraba de mover su cabeza en la misma dirección en que caminaba Gaby.

Les juro que me provocaba entrar los dedos y hacerle un hueco al “peinado” para ver desde ahí ver finalmente a Gaby. Rodé la silla en varias direcciones y aún así era inútil. Por fortuna, la charla era tan interesante que entre excelentes anécdotas y palabrotas de Gaby me divertí, me inspiré y hasta me puse a escribir las frases interesantes que escuchaba en diferentes papelitos que luego enrollé para ocultarlos en el pajón como recuerdo de la velada.

Hasta que llegó Tommy Torres (excelente cantautor puertorriqueño) quien me salvó de la “situación” con el pajón. Pues toda su participación la hizo desde la tarima. Tremenda sorpresa nos tenía Gaby con este artista. Ocasión en la que aprovechó para hablarnos de la canción “Querido Tommy”, que trata sobre un fan –Paco- que le escribió, a través de las redes sociales, pidiéndole ayuda para conquistar a su amada.

¿Y qué les parece si tal como Paco con Tommy, yo le escribo unas palabras a Gaby?

Querida Gaby:

Me encanta tu charla, me encantan tus anécdotas, tus palabrotas y ¡hasta tu acento veneñol!

Qué bien que vinieras a Ebedominicana y que entendieras nuestra mezcla de plátano con español.

¡Pero súbete, súbete, súbete a la tarima! y no olvides mi lucha con este pajón.

La próxima vez que vengas, sálvame de ese molesto maratón.

Tu fan, Jackie.